Ser madre en solitario supone asumir una enorme responsabilidad que a menudo se vive en silencio. Cuando además esta maternidad se desarrolla en un contexto de vulnerabilidad, los retos se multiplican. Las mujeres que crían solas a sus hijos en la Comunidad Valenciana se encuentran con una serie de dificultades que no siempre son visibles para el resto de la sociedad, pero que condicionan profundamente su bienestar y el de los menores a su cargo.
Uno de los desafíos más importantes es la conciliación. Sin una red familiar sólida o con recursos económicos limitados, compaginar el trabajo —si lo hay— con el cuidado de los hijos se convierte en un rompecabezas diario. Las madres en situación de vulnerabilidad suelen enfrentarse a empleos precarios, horarios cambiantes y la imposibilidad de costear servicios de conciliación. Esto provoca que, en muchas ocasiones, deban renunciar a oportunidades laborales o formativas que podrían mejorar su situación.
A esta dificultad se suma el peso de la carga mental. Tomar todas las decisiones, gestionar el hogar, cuidar a los hijos y garantizar que nada falte recae únicamente sobre ellas. Sin un apoyo económico estable, cada gasto se convierte en una preocupación añadida. Los recibos, el material escolar, el transporte, la alimentación o la ropa generan una presión constante que no solo afecta a la economía familiar, sino también al bienestar emocional de las madres.
La vivienda es otro de los puntos críticos. Encontrar un hogar digno y accesible económicamente en muchas zonas de la Comunidad Valenciana es complicado. Muchas madres se ven obligadas a vivir en pisos pequeños, caros o en condiciones poco adecuadas porque no pueden asumir un alquiler más elevado. Esta falta de estabilidad residencial repercute directamente en la seguridad y el desarrollo de los menores.
Además, la soledad y el aislamiento también forman parte de esta realidad. Al no contar con una pareja o una red de apoyo cercana, estas mujeres se encuentran sin un espacio donde compartir sus preocupaciones o pedir ayuda. La sensación de estar afrontando todo en solitario, unida a la incertidumbre económica, puede derivar en un desgaste emocional profundo.
Frente a este contexto, el apoyo económico directo puede convertirse en una herramienta transformadora. No solo permite aliviar la presión diaria, sino que ofrece una base de estabilidad desde la que estas madres pueden organizar mejor su vida, centrarse en sus hijos y construir un futuro más seguro. Desde la Fundación Hans Dieter Otto trabajamos para que estas mujeres no se sientan solas en el camino y para que sus hijos puedan crecer en un entorno digno, estable y lleno de oportunidades.

